Desde pequeña, me sumergí en el mundo del dibujo y la acuarela, llenando páginas de paisajes, flores y sueños. Sin embargo, durante mi adolescencia y tras una profunda crisis existencial, opté por centrarme únicamente en mis estudios, dejando de lado la pintura ante la creencia de que el arte no podría proporcionarme un sustento en este intrincado mundo adulto. Pasaron 15 años hasta que, con mi embarazo, volví a encontrarme con aquel amor infantil por las acuarelas, y esta vez, con la determinación de explorar técnicas y estilos más definidos. Pero el nacimiento de mi bebé en 2019 presentó un nuevo desafío. Las horas de serenidad que viví durante el embarazo dieron paso a largas sesiones de lactancia, con mi fiel mecedora y un cojín como únicos aliados. La acuarela, con su necesidad de espacio y quietud, parecía una meta casi inalcanzable. No obstante, como suele suceder, el arte y la vida se abren paso. Fue así como un iPad llegó a mis manos, ofreciéndome la posibilidad de fusionar mi pasión por la acuarela con la innovación digital. Esta herramienta me permitió adaptarme a mi nueva realidad y continuar con mi pasión artística a pesar de los desafíos.
Dentro del susurro de las hojas y del trinar de los pájaros, en ese bosque que solo Allegra sabe cómo entrar, se teje no solo un cuento, sino una parte de mi alma y mis experiencias. Una simple caminata se transforma cuando una pluma muy especial, cae en sus manos. Y tal como Allegra, yo también me embarqué en una aventura, aprendiendo del método Montessori y deseando transmitir valores eternos a mi pequeña a través de una historia.
Aunque «La Guardiana del Bosque» nació de experiencias y recuerdos muy personales, he decidido compartirlo porque creo que su magia, su mensaje y su belleza pueden resonar y beneficiar a más personas.